Earl Fatha Hines (Pittburgh, estado de Pennsylvania 1905; Oakland, California 1983).
Cuando tu madre es organista, tu padre cornetista y tu hermana pianista, tienes todo a tu favor para dedicarte a la música. Si además un día conoces a Louis Armstrong y te integra en sus Hot Five el triunfo está garantizado.
Earl Hines recibió clases de piano clásico y, aunque empezó con la corneta, decidió que el piano era su instrumento favorito, y el jazz su música. A los once años ya estaba tocando en la iglesia baptista, y dicen que tenía un oído estupendo para memorizar y reproducir temas populares.
Con 17 años tocaba en clubs nocturnos (hoy no le dejarían) de Pittsburgh y poco después se mudó a Chicago. La ciudad de Barak Obana, y Michael Jordan, fue también en los años 20 la ciudad de Al Capone, así como la capital del Jazz. En Chicago se conocieron y coincidieron Louis Armstrong y Earl Hines con 24 y 21 años respectivamente y ambos supieron reconocer las virtudes musicales del otro. Maneras de tocar compatibles, estridentes, rompedoras y modernas. Ambos hablaban el mismo idioma.

Armstrong con la trompeta y Earl Hines con el piano, se retroalimentaron entre sí. Tanto, que el mismo Hines bautizó su estilo como el “estilo trompeta”. Armstrong quedó deslumbrado por la forma de tocar de Earl en los pianos de pared, no muy afinados, y que aun así podía oírse en todo el local (no había amplificador en aquella época).
Mientras con la derecha llegaba a octavas rápidas para sonar por encima del conjunto, la izquierda permanecía suspendida como adormilada, aunque sin perder el ritmo, esperando esos momentos en los que pudiera elaborar acentos poco comunes y más extravagantes para la época.
Por supuesto este matrimonio tuvo sus altibajos, rupturas y reencuentros. Fundamentalmente tenemos una primera época de veinteañeros, entre 1926-1928, y una segunda de interesantes y ya famosos cuarentones, entre 1948 y 1951.
Aquí os dejamos con un tema de los dos dándole duro. Si bien Armstrong lleva el papel principal, esa trompeta no estaría completa sin el somier robusto de ese piano.
Bastantes locales, garitos, clubes y prostíbulos eran controlados por la mafia (probablemente siga pasando hoy en día, pero esto es otra historia), teniendo en cuenta además que era época de Ley Seca. Esas bandas de contrabandistas necesitaban músicos que animaran el cotarro, y qué mejor que ese nuevo estilo llamado jazz.
El Sunset Café era un club de Jazz de Chicago. Estuvo activo durante las décadas de los años 20 y 30. El local presentaba una particularidad para la época: el público no estaba segregado. Blancos, negros y otras etnias convivían y disfrutaban de los más grandes del momento. Y esto ocurría en el Sunset Café ya con fecha anterior a la apertura de la mítica Savoy Ballroom (Nueva York). En 1927 cerró unos meses pero volvió a abrir un año más tarde bajo el nombre de The Grand Terrace Café. Entre sus socios estaba un tal… Al Capone!! Y allí en medio tocaba la banda de Earl Hines quien recuerda: “Al (Capone) apareció una noche y nos llamó a todos los de la banda. Y nos dijo que quería dejarnos las cosas claras y su regla. Esta era la de los 3 monos: no oyes nada, no ves nada y no cuentas nada. Y así hicimos.” Bajo estas sencillas reglas sensoriales, Earl Hines, permaneció al frente de la banda hasta la clausura del Gran Terrace en 1940. Sus actuaciones fueron retransmitidas por la radio de costa a costa de los EEUU (probablemente gracias a la situación de Chicago, un poco en mitad de los EEUU, y por las influencias gansteriles) convirtiéndose en la banda más escuchada de la época.

Sin embargo, no todo fueron días de vino y rosas. La II Guerra Mundial partió al mundo en dos, y bastantes músicos fueron llamados a filas. A esto se añadió una dura huelga de músicos en los que desde 1942 a 1944 se negaron a grabar discos. Aún así la banda de Earl Hines se recompuso de diferentes formas. Para colmo, nuestro protagonista sufrió un accidente de coche en 1946 que le dejó secuelas en la vista para el resto de su vida. Un año después compraría el club más importante de Chicago pero sería un gran fracaso económico. Hasta esa fecha Earl Hines mantuvo su banda activa, es decir, un periodo de veinte años, los veinte años más activos de la época swing.
No importa, cuántas veces te caigas sino cuántas veces te levantes. Earl Hines se levantó siempre. Su banda era muy numerosa, entre 15 y hasta 28 miembros podían estar actuando juntos. Por ella pasaron tantos buenos músicos que si los escribimos todos esta reseña parecería unas Páginas Amarillas del jazz. Charlie Parker, Dizzie Gillepsie, Billy Eckstine, Sarah Vaughan, y bla bla bla…
Para esos músicos, como Charlie Parker o Dizzie Gillpesie, la banda de Earl fue el laboratorio donde fueron experimentando y encontrando el camino de lo que sería el estilo bebop, que abriría un nuevo capítulo en la historia del jazz. Ellos consideraban a Earl Hines como el eslabón que unía el swing con el bebop.
Como hemos indicado más arriba a principios de los cincuenta Earl Hines se unió de nuevo a la banda de Louis Armstrong y sus All Stars, entre 1949 y 1953. Pero tras haber liderado una de las mejores bandas de los EEUU, era difícil para Earl Hines encontrar su hueco a la sombra de la icónica trompeta.. Poco después participó en una gira nacional junto a los Globetrotters, el equipo espectáculo de baloncesto. Allí cada uno se dedicaba a los suyo, unos a colgarse del aro y él a colgarse del piano.

A raíz de unos conciertos, a mediados de los sesenta, la figura de Earl Hines volvió al primer plano musical, siendo designado en varias ediciones mejor pianista jazz del año, y apareciendo en programas de televisión. Desde entonces hasta prácticamente su fallecimiento se mantuvo en activo, tocando tanto en solitario como con nuevas generaciones de músicos, siendo realmente una figura relevante para ellos que lo consideraban el padre (“fatha”) del piano moderno.
“Earl Hines and his Orchestra”, fue la primera big band negra que hizo una gira por el Sur de EEUU, aunque Hines se refería a eso sarcásticamente como una “invasión” más que una “gira”. No tuvo que ser fácil por supuesto. Desde múltiples encuentros amenazadores con la policía, a la lucha diaria por buscar lugares donde comer o dormir sin ser rechazado, hasta una pequeña bomba detrás del escenario. Para la mayoría de sus componentes cualquier contacto con blancos, aunque fueran fans suyos, era percibido como un peligro. La única victoria no musical que relata Ear Hines fue ganar el respeto de un propietario de una boutique que, al principio se burló de él hasta que quedó claro que Hines quería gastarse 85 dólares en camisas, lo que cambió su actitud. La pela es la pela.
Earl Hines viajó muchas veces por Europa y hasta la antigua URSS, en una visita concertada con el Departamento de Estado norteamericano, muy interesado en mostrar al mundo la música jazz como emblema de una libertad que, paradójicamente, a los afroamericanos se les denegaba en su propio país justo por el color de su piel. El éxito de estos conciertos fue considerado demasiado peligroso por las autoridades del Kremlin, que decidieron cancelar el resto de la gira.

¿Sabias que el nombre Earl, significa en inglés “conde”? viene a ser un sinónimo de la palabra “count” (Count Basie). Así que tenemos otro músico integrando este Juego de Tronos del Swing.
Su última actuación tuvo lugar en San Francisco con casi ochenta años y unos días antes de fallecer, y después de haber grabado durante los útimos veinte años de vida más de 100LP.
Earl Hines labró un lugar para el piano dentro del jazz, como intrumento solista más allá de la sección rítmica, y dibujó el papel de ambas manos para las próximas generaciones de pianistas. Si escuchas su música (te dejamos una lista) comprobarás que sus temas suenan frescos, impredecibles, y llenos de vida y alegría.
https://syncopatedtimes.com/profiles-in-jazz-earl-fatha-hines/