(Newport News, Estados Unidos, 1918 – Los Ángeles, 1996)
Ella Fitzgerald fue una antante estadounidense de jazz. Inició su carrera en la década de 1930 y fue calificada de «primera dama del jazz» por su elegancia y por su técnica vocal, que la dotaba de una gran versatilidad en su repertorio. Fue, junto al genial trompetista Louis Armstrong, la principal figura del scat singing (uso de la voz de una manera instrumental mediante la entonación de sílabas como onomatopeyas).
Nació el 25 de Abril de 1917 en Newport News (Virginia), estado del sur de Estados Unidos. Fue educada por su madre y su padrastro, protagonizando una infancia de pobreza en cuyo escenario la droga y la prostitución estuvieron siempre presentes.
La familia se trasladó a Nueva York donde, tras la muerte de su madre, huyó definitivamente del acoso y los abusos sexuales de su padrastro. Buscó refugio en Harlem, donde se ganó la vida cantando y bailando por las calles acompañada de su primo, encargado de recoger en un sombrero el dinero que depositaban los transeúntes.

Su inquietud artística le llevó a intentar el éxito en los escenarios como bailarina.
“Un día –declarará la cantante–, hice una apuesta con dos amigas: como a las tres nos atraía el escenario, sorteamos a ver quien se presentaba a un concurso para principiantes. Yo gané. Quería presentarme como bailarina pero, en el último momento casi me obligaron a cantar, de modo que canté. Así comencé a ganar todos los concursos. Yo quería ser bailarina, no cantante –insistirá Ella–. Salí al escenario y al ver a toda la gente tuve un ataque de nervios. Entonces traté de cantar.”
Ante su propio asombro, comenzó a cantar Judy y The Object of my Affection. Así fue como en el Apollo Theatre de Harlem en Nueva York, y gracias al concurso semanal Amateur Night Show nació un mito.
La suerte quiso que el saxofonista Benny Carter estuviera en el local, y quedara impresionado por la voz de aquella muchacha de apenas dieciséis años. La recomendó a músicos como a Benny Goodman y Fletcher Henderson, y fue el jorobado Chick Webb el que la contrató definitivamente para cantar en su banda, por un salario de apenas 25 dólares.

De 1935 data su primera grabación, Love & Kisses. Entre 1934 y 1939, Ella Fitzgerald cantó con la Chick Webb Band, grupo que dirigió tras la muerte de Webb (1939) durante dos años.
Empezó entonces su trayectoria como solista y grabó su primer álbum, My Wubba Dolly. Su cálida voz, aunque nunca tan intensa como la de Billie Holiday, tenía un aire distinguido, llegando incluso a veces a parecer ingenua e infantil. Tras colaborar en grabaciones con un sinfín de personajes del mundo de la música negra (Louis Armstrong entre ellos), en el año 1946 se incorporó a una gira por Estados Unidos que la dio a conocer por todo el país.

En la década de los cuarenta se casó por primera vez con un trabajador portuario. Su matrimonio durará apenas tres años (1941-1943); Trabajó con el productor discográfico estadounidense Norman Granz y recorrió Europa y Asia interviniendo en las jornadas musicales Jazz at the Philharmonic, organizadas por Granz. Ya en la década de los cincuenta fueron frecuentes sus trabajos junto a nombres ilustres del jazz, como Cole Porter y Duke Ellington, en la que fue una de sus mejores etapas como vocalista. Realizó incluso una primera aparición en el celuloide, en el filme Pete Kelly’s Blues (1955).

Ese mismo año se despidió de Decca, su sello discográfico hasta esa fecha, donde había orientado su carrera artística hacia las baladas pop; su fichaje por el sello Verve, en 1956, la acercó más al jazz, e inició una fructífera etapa durante la que, hasta mediados de la década de los sesenta, grabó más de 250 canciones con los mejores compositores del momento, como los mencionados Porter o Ellington o figuras de la magnitud de Richard Rogers, George Gershwin o Jerome Kern, entre otros.

En la década de los cincuenta contrajo matrimonio con el músico bajista de jazz, Ray Brown, con el que, a pesar de que su separación se produciría apenas cuatro años después, tuvo a su hijo Ray Brow Jr., que seguirá el camino musical de sus padres en el mundo del jazz.
Sus grabaciones con orquestas están consideradas entre las mejores de la historia del jazz. Una de las realizadas para este sello fue Ella & Basie, donde colaboró con Count Basie y un joven Quincy Jones como artista invitado. Con Basie volvería a editar otro excelente disco, A Classy Pair, en 1979. Para los aficionados al jazz, posiblemente su mejor trabajo es Ella Fitzgerald sings the Cole Porter songbook (1956), álbum que incluye la versión definitiva de Every time we say goodbye, uno de sus mayores éxitos, aunque también hay que destacar grabaciones como Lady be good (1946) o A Tisket A Tasket (1938).
Entre 1957 y 1958 interpretó con la colaboración, una vez más, de Louis Armstrong, la ópera de George Gershwin Porgy and Bess, en una excelente versión jazz de la misma. En 1958 actuó junto a Duke Ellington en el Carnegie Hall de Nueva York. En Europa ofrecería numerosos recitales con el trío de Oscar Peterson. En el año 1960 organizó un concierto en la Deutschlandhalle de Berlín, donde Adolf Hitler había pronunciado un discurso condenando a dos grandes intelectuales alemanes como fueron Kurt Weill y Bertolt Brecht, hecho que la cantante conmemoró en un homenaje a los mismos intelectuales y que terminó en un apoteósico Mack The Knife (Weill-Brecht). Este simbólico acto acentuó aún más la leyenda mundial de esta diva del jazz.

Una grave enfermedad la mantuvo apartada de la escena musical desde mediados de los sesenta, pero recobró la actividad en los setenta, grabando y volviendo a actuar con regularidad. Entre sus últimas apariciones destaca el concierto que ofreció en 1985, con motivo del Kool Jazz Festival, en el Carnegie Hall. En 1986 fue operada a corazón abierto, y sólo el afán de superación le ayudó a superar la crisis; volvió a los escenarios un año después. Sus últimos trabajos (30 by Ella, editado en 1991 y grabado con el saxofonista Benny Carter, o Misty Blue, del mismo año) demuestran la fuerza interpretativa que mantuvo prácticamente hasta su fallecimiento.

Abarcando todo tipo de registros, sin plantearse ninguna restricción musical, Ella Fitzgerald se hizo acreedora de un palmarés pocas veces igualado. Más de doscientos cincuenta discos, trece premios Grammy, incluso un título como Doctora Honoris Causa concedido por la muy sureña Universidad de California.
Cuando iniciaba un scat la audición resultaba sencillamente mágica. Las notas parecían imbricarse en al aire, formando parte del alma invisible de las cosas. Alguien dijo de su voz que fue creada para copiar los instrumentos musicales, a lo que ella respondió:
“Solamente traté de hacer lo que escuché que hacían las trompetas de la banda.”
Tonny Bennet dirá, refiriéndose a Ella: “Esa es mi idea de lo que es ser una gran cantante. No hay nadie mejor.”
La niña que soñó ser bailarina y triunfó como cantante, la mujer sin piernas que caminó por todas las sendas del pentagrama, la visionaria casi ciega… pobre, mujer y negra: No hay epitafio posible.
Si acaso, un scat como Réquiem.
Fuentes para el artículo:
- Wikipedia
- Ella Fitzerald en Biografías y vidas.
- Cultura andalucía